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miércoles, 16 de julio de 2014

Estudios sobre racionalismo crítico: Conjeturas y refutaciones de la cosmología antigua: Platón, Aristóteles y los atomistas

Alejandro Guevara Arroyo

[No se] nos revel[a], desde el comienzo, todas las cosas; pero en el transcurso del tiempo, a través de la búsqueda [sin término] los hombres hallan lo mejor. Pero en cuanto a la verdad segura, ningún hombre la ha conocido, ni la conocerá; ni sobre los dioses, ni sobre todas las cosas de las que hablo […]. Pues todo es una maraña de [conjeturas]                                                             JENÓFANES (cit. Popper, 1991, 49)


1.              La historia de la filosofía natural como conjeturas y refutaciones[1]
Toda teoría científica puede entenderse como solución a un problema que se nos presenta en nuestra relación con la realidad y por nuestra incapacidad de entenderla (aunque, obviamente, no toda solución es correcta). Si atendemos a esto, la historia del pensamiento científico puede reconstruirse como una secuencia más o menos estable de problemas y soluciones. De la respuesta a un problema se infieren nuevas instancias problemáticas no consideradas previamente en la teoría y que pueden poner en jaque su idoneidad, forzando la emergencia de nuevas soluciones. Podemos simbolizar tal esquema de la siguiente forma:
P1 --> ST --> EC/EE --> P2
Siendo ‘P’ un problema, ‘ST’ solución tentativa, ‘EC’ emergencia de críticas y ‘EE’ eliminación de errores[2].
Por supuesto, esta es una simplificación excesiva, pues multitud de soluciones no compatibles entre sí pueden dar solución a un problema. A su vez este problema puede tener diferentes tipos de relaciones lógicas con otros problemas y al igual que sus respectivas soluciones. De forma que una versión un poco más compleja aunque cercana a la realidad del proceso del conocimiento, sería el siguiente (Popper, 1982, 225)[3]:
 
                                   P1 --> ST1 --> EC/EE --> P2
                                                       ST2 à

                                             ….
                                             STn
A continuación  intentaré presentar los desarrollos cosmológicos de la antigüedad siguiendo tal modelo de conjeturas y refutaciones. Intentaré mostrar en este tema varias conexiones teóricas entre dos grandes cosmólogos de la época: Aristóteles y su maestro Platón. Luego, señalaré también sus principales diferencias. Finalmente, utilizaremos el bloque de similitudes teoréticas aristotélico-platónicas para contraponerlas a otra filosofía de la naturaleza: el atomismo griego. Pero antes, señalemos los problemas sobre la realidad a los que daba respuesta la filosofía de la naturaleza griega.
2.             Los problemas cosmológicos de la antigüedad
Durante la antigüedad clásica griega se crearon respuestas fundamentalmente a tres problemas (Lindberg, 2002, 57-62): (i) el problema de los constituyentes fundamentales del mundo. A partir del cual se conformaba tanto una ontología como –muchas veces- una cosmogonía. (ii) Pero si existían constituyentes últimos e invariantes en la realidad, entonces debían darse una solución a la cuestión de por qué y cómo existe y se da el cambio en el mundo. La respuesta al problema del cambio se constituye tanto en una cosmología como una física. (iii) Finalmente, los griegos se preocuparon por la siguiente cuestión. Si los constituyentes últimos de la realidad y la forma fundamental en que se da el cambio no aparecen evidentes y en cambio, construimos hipótesis sobre cuestiones que no percibimos inmediatamente, entonces, qué estatuto debe darse a nuestro conocimiento a partir de los sentidos y qué papel a nuestras hipótesis que apelan a cuestiones no directamente perceptibles. Le llamaron a esta cuestión epistemológica, el problema del conflicto entre la razón y los sentidos[4].

2.1.        Conexiones y divergencias en las filosofías naturales de Platón y Aristóteles
Platón de Atenas (ca. 428 a. C./427 a. C. – 347 a. C), discípulo dilecto de Sócrates, desarrolló una filosofía de la naturaleza con pretensiones de sistema, que unifica bajo los mismos principios tanto a la physis como a las leyes de la sociedad y la moral.
En tanto, Aristóteles de Estagira (384 a. C. – 322 a. C.), alumno de Platón, abandonó en puntos sustanciales a su maestro y construyó una filosofía natural consecuente con su ontología y su epistemología, que abarca la cosmología, la física, la química e incluso la biología (este tema no lo estudiaré en este texto). Ambos intentaron dar solución a los tres problemas fundamentales del pensamiento griego.
Aceptaron plenamente la crítica parmenidea del cambio (i.e. el cambio es paso del no ser al ser, pero el no ser es contrario al ser –sobre esto vid. infra-) e intentaron solucionarla de formas diferentes: Platón con su teoría de las ideas, en donde se afirma que existe un mundo que contiene al ser inmutable, eterno, que siempre es y nunca deviene. Aristóteles con su teoría de la potencia/acto, en donde el no ser sólo se dice de lo que está en potencia, pero el ser siempre es en acto y su distinción entre materia (invariante y constante) y forma (predicada de la materia y que la individualiza).
Igualmente, desarrollaron una cosmología original y una astronomía consecuente. Delinearé algunas de las relaciones de los sistemas teoréticos del maestro y su discípulo. Luego, para precisar más sus filosofías de la naturaleza, señalaré algunas divergencias principales en sus filosofías naturales.
2.1.1.   Conexiones teóricas:
2.1.1.1.                      Cosmología y física
En acuerdo con Lindberg, Platón y Aristóteles compartían varias ideas cosmológicas fundamentales: creían en un cosmos esférico, único y pleno de materialidad (i.e. sin vacíos). Este es circundado por la esfera de las estrellas fijas, en medio se encuentran los planetas y en el centro, la Tierra inmóvil. Los movimientos celestes sólo pueden ser circulares uniformes (pues es el único movimiento sin principio ni final, el más perfecto de todos). Finalmente, al menos en el mundo sublunar, existía acuerdo en que los constituyentes materiales elementales eran fuego, aire, agua y tierra (2002, 313).
2.1.1.2.                     Epistemología de la explicación de la naturaleza
Ambos pensadores defendieron la posición epistemológica según la cual el humano puede acceder a un conocimiento cierto y seguro (i.e. episteme) y también, construir opiniones (i.e. doxa). Asumiendo el problema de Parménides, consideraron que la episteme sólo podía ser conocimiento sobre aquello que no cambia, que permanece. Empero, veremos más adelante que la forma para alcanzar ese conocimiento y el resultado de tal proceso son distintos para Platón y Aristóteles.
Por otra parte, si fijamos nuestra mirada en la filosofía natural, notaremos que ambos pensadores daban un papel importante a la explicación teleológica. Esto es, a la finalidad  que llena tanto al cosmos como un todo y a sus constituyentes. No obstante, notaremos luego divergencias importantes en el teleologismo platónico y el aristotélico.
2.1.2.  Divergencias teóricas
Pero también son muchas las diferencias en la filosofía de la naturaleza de los dos grandes filósofos de la antigüedad. Veamos algunas fundamentales.
2.1.2.1.                     Ontología y estatutos del conocimiento del mundo
En primer lugar, según Platón, aquello que no cambia y que tiene mayor realidad es una unidad extra-física de ideas eternas, de las cuales los objetos del mundo sensible extraen sus características. Sólo de esta realidad se puede obtener epistéme. Pero este mundo nuestro es de menor realidad (aunque suene extraño al lector contemporáneo), de forma que del cosmos sólo se puede obtener una doxa, aunque si el pensador es sensato, esta puede ser verosímil (Platón, Timeo).
Aristóteles se negó a la solución de su maestro y afirmó que el conocimiento seguro se debe construir a partir del mundo, que este tiene total realidad. Por medio de su teoría ontológica de las formas/ materia y de cambios en acto y en potencia y utilizando su inducción, Aristóteles estaba convencido que podía alcanzar los principios inmutables del mundo (Lindberg, 2002, 76).
2.1.2.2.                    Formas de explicar el mundo
Consecuentemente, las formas de explicar el cosmos de ambos pensadores son bastante divergentes. Platón intentar justificar su cosmología y su física atribuyendo motivos y razones a lo que se da en el mundo. No es extraño así, que en muchas justificaciones aparezcan agentes racionales que tienen buenos motivos para organizar las cosas tal y cómo Platón dice que están organizadas (infra sobre la cosmogonía platónica).
 En cambio, Aristóteles –muy naturalista en esta cuestión- para explicar utilizaba siempre su teoría de las cuatro causas: (i) la causa material, que es el sustrato real invariante, (ii) la causa formal, que individualiza las características de cada objeto existente en acto, (iii) la causa eficiente, que devela las relaciones de dependencia que dan origen al cambio de estado y (iv) la causa final, que establece la tendencia natural que cada objeto y estado de cosas tiene. Las dos primeras son utilizadas más en su teoría ontológica y las últimas dos en su cosmología.
2.1.2.3.                    Principales desacuerdos cosmológico-astronómicas
Las discrepancias a de las explicaciones cosmológicas y físicas entre Platón y Aristóteles son enormes. Como ya señalé, tienen como trasfondo, además, diferencias epistemológicas considerables.
(i)            A nivel cosmogónico, Platón expuso en su Timeo que el mundo había sido creado por un demiurgo poderosísimo (aunque no omnipotente) y benevolente, en acuerdo con ideas inmutables, que había hecho lo mejor con lo que tenía a su disposición: lo eterno (la razón) y lo mutable (el caos)[5]. El cosmos que creó así es un ser vivo con alma y cuerpo, orden y razón en sus partes.  Creó dos esferas, una interior y otra exterior. La primera se mueve a la izquierda y la otra al lado contrario. El demiurgo dividió en otras varias la interior y le dio estructura racional al alma del mundo. Creadas las reglas fundamentales y los elementos, el demiurgo crea a los dioses menores/planetas y sus rutas, para permitir la contabilización del tiempo. Los dioses celestes-menores, circulares y de fuego, crean al resto de los seres vivientes (Platón, Timeo, 29-30).
Pero el demiurgo no es sólo un artesano magnánimo también es un matemático genial, que combinó los constituyentes del mundo en acuerdo con órdenes geométricos determinados, que brindan la justificación de aquellos. El mundo viviente tiene cuerpo y está conformado por cuatro partes (Platón, Timeo, 31b-32c): nada puede ser perceptible sin fuego y sin sólido, esto es, tierra. Pero entre dos extremos debe existir algo que los una, por eso hay un tercero elemento. Y hay un cuarto, porque el mundo tiene forma sólida y los sólidos son siempre unidos por dos medios.
 Así, Platón consideró –siguiendo a Empédocles- que los elementos eran Tierra, Agua, Aire y Fuego.  Pero la razón de sus características o su justificación, la encontró en los poliedros regulares. Así que el cubo, el icosaedro, el octaedro y el tetraedro dan la razón de la forma y características de los cuatro elementos del mundo. A su vez estos poliedros se descomponen en triángulos equiláteros y escalenos (Coronado, 1985).[6]
Sobra un poliedro regular, el dodecaedro, que en algunas partes del Timeo Platón parece sugerir que es la forma del cosmos. Empero, esto es inconsistente con otros de sus principios cosmológicos fundamentales, específicamente, la plenitud del cosmos y la afirmación explícita de que es esférico (la más perfecta de la formas para el más perfecto de los seres vivientes).

Los cinco poliedros regulares

(ii) Mientras tanto, según la filosofía natural aristotélica, existía una división fundamental en el cosmos (aunque no es ontológica):
- El espacio supra-lunar, conformado de quintaesencia, invariable y perfecto. Aquí se encuentran todos los cuerpos celestes y poseen movimiento circular, el más perfecto y primero, sin principio ni fin (estrictamente, no hay cambio en estos cuerpos ni en su rotación). Al final de muchas esferas que se transfieren el movimiento y sobre las que se montan los planetas, se encuentra el primer motor, que mueve más no es movido.
- Bajo la luna, se encuentra el mundo de la generación y la corrupción, del cambio y el movimiento. Está formado por fuego, aire, tierra y agua, todos con movimiento rectilíneo. Los primeros ligeros y con movimiento natural hacia arriba. Los segundos, pesados y con movimiento natural hacia abajo. Con su combinación y movimiento natural, se explican toda la realidad física. Los elementos se forman a partir de cualidad sensibles fundamentales:
Frío y seco: tierra.
Frío y húmedo: agua.
Caliente y húmedo: aire.
Caliente y seco: fuego.

Nótese que el movimiento (i.e. arriba/abajo) y los estados de cosas se dan, según Aristóteles, por relaciones de oposición. Aristóteles les llamó contrarios (Lindberg, 2002, 84-85) provocando a la postre una confusión entre conceptos lógicos y físico/ontológicos.
2.2.       La opción mecanicista del atomismo
Cronológicamente, los atomistas griegos fueron contemporáneos de Sócrates y Platón. No obstante, en consideración a su preponderante interés por la physis, Aristóteles de Estagira los consideró pre-socráticos. Tal clasificación se ha mantenido hasta nuestros días.
El atomismo griego, identificado alrededor de las figuras de Leucipo (siglo V a. de C.) y Demócrito (460 a. C. - m. ca. 370 a. C), fue una conjetura explicativa de la realidad, principalmente filosófica (en acuerdo con la distinción entre ‘filosófico’ y ‘científico’ hecho por Coronado en El atomismo de Leucipo y Demócrito como intento de solución de la crisis eleática). Quiere decir que, si bien estas conjeturas explicativas pretendieron dar cuenta de la realidad, su criterio metodológico principal fue la coherencia lógica del sistema. Por esto, estos sistemas explicativos no permiten implicaciones contrastadoras (Hempel, Filosofía de la ciencia natural) o sólo unas pocas y bastante generales. En especial, no se pueden inferir de estas teorías contrastaciones de tipo cuantitativo.
No obstante, algunas contrastaciones son posibles. De hecho, siguiendo nuestro esquema de conjeturas y refutaciones (supra), podemos considerar que el atomismo griego surge ante la refutación empírica de la física/ontología parmenídea, que niega la realidad del cambio.
Parménides basó su teoría de una realidad inmutable en algo semejante a una prueba lógica, que puede ser formulada como partiendo de la premisa única; "Lo que no es no es". .\ partir de esta premisa podemos deducir que la nada —lo que no es— no existe; resultado que, para Parménides, significa que el vacío no existe. Así, el mundo es pleno: consiste en un bloque indiviso, puesto que toda división en partes sólo puede deberse a la separación de las partes por el vacío. (Esta es "la verdad bien redonda" que la diosa reveló a Parménides.) En este mundo pleno no hay cabida para el movimiento (Popper, 1991, 185).
Empero, el mundo cambia. Para Parménides, esto es prueba de que no hay que prestarle atención al mundo y a los sentidos (dando nacimiento así a la ontología metafísica desconectada de la física). En cambio, para el atomismo esto es prueba de que la hipótesis parmenidea es errada en algún respecto (Popper, 1991, 185), constituyendo este caso un ejemplo temprano de refutación científica.
La respuesta del atomismo al problema de los constituyentes fundamentales es la conjetura según la cual existen pequeñas partículas de materia, imperceptibles directamente e irreductibles. A pesar de que no pueden cortarse en trozos más pequeños estos átomos tiene peso y forma. El cambio acaece en entidades constituidas por átomos, que tienen la propiedad de moverse, pero no de cambiar ellos mismos. El otro constituyente ontológico es el vacío en el cual se mueven los átomos.
“[E]l atomismo griego clásico, ofrece un sistema en que un conjunto infinito de átomos se mueven en un espacio vacío infinito, chocando casualmente entre sí e igualmente en ciertas ocasiones conformando conglomerados que son el principio de los cosmos y sus cosas compuestas” (Coronado, 1982, 12).
2.2.2. El aristotélismo-platonismo frente al atomismo
 Ahora bien, el atomismo es totalmente incompatible en varios niveles con la filosofía natural aristotélico-platónica.
(i)            Epistemología: en la explicación atomista el finalismo no tiene lugar. Los fenómenos se dan sin finalidad, por mera conexión causal-mecánica. Esto por supuesto molestaba a Aristóteles y en especial a Platón, que veían en el mundo orden y procesos que debían ser dirigidos por alguna razón.
(ii)          Física: Evidentemente, los tradicionales cuatro elementos de la física (más el éter en la aristotélica) no son los constituyentes últimos de la realidad. Estos están conformados casualmente de átomos que determinan su movimiento (de forma que no existen movimientos naturales).
(iii)        Cosmología: En contra de Platón y Aristóteles, el atomismo no tenía problemas en concebir múltiples mundos, más pequeños o más grandes que el nuestro, construidos a partir de otras conglomeraciones de átomos. Esto estaba en contra de la posición según la cual el mundo es el conjunto de todo lo existente, tal y como lo defiende Platón en su 30d y 31. Pues si el mundo es el conjunto de todo lo que deviene, entonces no puede existir otro conjunto de todo lo que deviene.
3.                    Excurso epilogal
Se expusieron en esta breve reseña los tres sistemas de filosofía de la naturaleza más importantes de la antigüedad (atendiendo a un esquema de conjeturas y refutaciones). Su influencia histórica posterior fue enorme.
La cosmología y ontología del Timeo de Platón fue de amplia recepción durante los primeros mil años de nuestra era. En especial, en el alto Medievo europeo (del VI al siglo X) los pocos centros de estudio sobre filosofía natural –más que todo en monasterios- siguieron las especulaciones platónicas. Luego, durante el renacimiento, formas de platonismo resurgieron, muy unidas a la idea del cosmos como ser viviente ordenado y con alma, que tenía una relación de equivalencia peculiar con el micro-cosmos del ser humano (sobre la influencia histórica del platonismo en filosofía de la naturaleza: Lindberg, 2002, cap. 9 y 10; también, sobre el arte renacentista y el platonismo: Ulloa, 2011).
La gigantesca obra aristotélica siguió un periplo distinto. Su cosmología fue recibida también en el periodo helénico y en la Roma imperial, si bien su astronomía realista enfrentó potentes críticas y a la postre fue sustituida por la astronomía instrumentalista del Almagesto de Claudio Tolomeo [100-170 d.C.] (Lindberg, 2002, 187). Su ontología gozó de buena salud en general durante este periodo.
Tras la decadencia intelectual de occidente durante el final de la edad antigua y la alta edad media, la filosofía natural aristotélica se perdió en Europa. Empero, copias de sus obras llegaron al oriente medio donde, tras el advenimiento del Islamismo (siglo V-VI), retornó al centro de atención de la académica. Finalmente, las obras fueron traducidas y alcanzaron occidente, donde fueron recibidas con gran asombro por los pensadores europeos, que se vieron ante la inundación de una filosofía natural amplia y compleja que parecía dar cuenta de todos los problemas importantes. Otro tanto es cierto de su ontología (sobre la influencia histórica del aristotelismo en filosofía de la naturaleza: Lindberg, 2002, cap. 8, 9, 11 y 12).
La cosmología y física aristotélicas fueron finalmente desbancadas de su trono durante la revolución copernicana cosmológico-astronómica, concluyendo finalmente con Newton y sus Principia. La química gozó aún de vitalidad durante varios siglos. Muchos de los conceptos ontológicos de Aristóteles son aún de uso frecuente en la metafísica. La epistemología finalista aristotélica fue abandonada en la modernidad. La contemporaneidad ha visto el resurgir del teleologismo en la biología, la sociología analítica y la economía, si bien no en una versión aristotélica, pues tales explicaciones deben articularse por medio de mecanismos y modelos.
El atomismo, mientras tanto, fue constantemente ignorado durante los siglos de primacía aristotélico-platónica. Empero, poco a poco y de formas más o menos solapadas, fue ganando espacio desde finales de la edad media y durante la modernidad, hasta transformarse en la explicación física y química dominante. La filosofía natural contemporánea aún utiliza el concepto de átomo, si bien considerablemente reformado (sobre la evolución contemporánea del concepto de átomo: Navarro, s.f.). La epistemología mecanicista del atomismo, por otra parte, también triunfó en la modernidad y se ha mantenido hasta la actualidad en la física y en la química.
4.             Bibliografía
Albert, H. (1971). Tratado sobre la razón crítica (trad. R. Gutiérrez Girardot). Buenos Aires: Sur.
Aristóteles, Del Cielo. (cita incompleta).
Cornford, F. Plato´s cosmology, The timaeus of Plato. Indiana: Hackett Publishing Company.
Coronado, G. (1988). “El atomismo de Leucipo y Demócrito como intento de solución de la crisis eleática”. Revista Comunicación,  1, 25-33.
___________ (1985). “Consideraciones acerca de la teoría platónica de los cuatro elementos: su estatus epistemológico”. Revista de filosofía de la Universidad de Costa Rica, 58, 143-150.
Hempel, C, Filosofía de la ciencia natural. (cita completa pendiente).
Navarro, O. (s.f.) Los modelos atómicos: de J.J. Thomsom a Niels Bohr. Texto facilitado por el autor.
Lindberg,  D. (2002) Los Inicios de la ciencia occidental, la tradición científica europea en el contexto filosófico, religioso e institucional (desde el 600 a.C. hasta el 1450) (trad. A. Beltran).  Barcelona: Paidós.
Platón, Dialogos VI, Filebo Timeo, Critias (tead. M.A. Durán y F. Lisi). Madrid: Gredos.
Popper, K. R. (1982) Conocimiento objetivo. Un enfoque evolucionista (trad. Carlos Solís Santos). Madrid: Tecnos.
____________ (1991). El Desarrollo del Conocimiento Científico, Conjeturas y Refutaciones, (trad. Néstor Míguez). Buenos Aires: Paidós.

Ulloa, E. (2011). Imágenes e ideas; El Renacimiento en la historia del arte y del pensamiento. San José: Antanaclasis.





[1] Este material lo he conformado a partir de varias notas que realicé para mis cursos de Filosofía de la física (durante el 2011) con el profesor Oscar Navarro y de Filosofía de la Naturaleza (en el primer semestre del 2012) con el profesor Guillermo Coronado en la UCR.
[2] Por cierto que la emergencia de críticas por errores es algo que no podemos evitar. Nuestra actividad creativa implica el imprevisto surgimiento de instancias de crítica (Popper, 1982, 117). Este es un presupuesto metodológico fundamental (meta-teorético) del criticismo racionalista (Albert, 1971; Popper, 1991, cap I).  Sólo mediante la introducción de estratagemas  metodológicas de inmunización contra la crítica se puede anular la presencia del tercer paso, pero con el costo de la disminución del valor racional de la construcción intelectual.
[3] Este es el famoso esquema popperiano de conjeturas y refutaciones. Debe tenerse en cuenta que un problema a puede formar parte de ST1 dando lugar a su vez a ST1a y así puede continuarse. El panorama de relaciones entre problemas, conjeturas y críticas es considerablemente complicado y vasto.
[4] Esta presentación del problema ha marcado mucha de la discusión epistemológica posterior, aunque en buena medida podría considerarse como una cuestión mal planteada (i.e. se requiere un análisis semántico de los términos ‘razón’ y ‘sentidos’) y como una oposición aparente que se devela tras tal análisis. Pero no profundizaré aquí en estas cuestiones.
[5] No es sencillo saber si esto debe considerarse como un relato de algo que sucedió o como un mito alegórico (a los que platón era muy aficionado). Más ampliamente: Cornford, 1997, 28-33.
[6] No debe considerarse que estos son átomos materiales con forma triangular, así como los poliedros tampoco son materiales (Coronado, 1988, 148-149). 

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